Marco geográfico:
La transición de la cultura tartésica a la cultura turdetana tuvo su importancia para la formación de la cultura ibera, ya que se produce un traslado de población desde la Andalucía oriental a la occidental. Todo esto provoca una gran riqueza cultural en el mundo ibero a partir de la segunda mitad del siglo VI a.C. con una gran unidad (cerámicas, lengua, producción). La cultura ibérica aparece en dos zonas diferenciadas:
-Zona oriental de la península (Cataluña, País Valenciano, Murcia, Albacete): influenciada por las colonizaciones de otros pueblos mediterráneos, como los fenicios, los griegos y los cartagineses. Esta zona también recibe influencias indoeuropeas a partir de los campos de urnas, que indica que existió una entrada masiva de gentes del centro de Europa por los Pirineos. Los poblados se organizan en torno a una calle central dejando las casas sus paredes traseras reforzadas a modo de murallas como podemos ver en los casos de El Castellet de Bernabé y El Puntal dels Llops.
-Zona meridional (Almería, Granada, Jaén, Sevilla): influencia tartésica, aunque también de fenicios, griegos y cartagineses.
¿Quiénes y cómo eran?
Urbanismo.
Las fuentes escritas nos hablan de diversos pueblos o etnias (edetanos, contestanos, mastienos, bastetanos…). Polibio, que acompaña a Escipión al interior de la Península, será el primer autor clásico que tiene un contacto directo con la Península. El núcleo básico era la ciudad, con un modelo mediterráneo. Las ciudades iberas se conocen a través de monedas donde aparece el topónimo. Los asentamientos se ubican y distribuyen en función de la explotación de los recursos económicos de la zona, bien se trate de asentamientos urbanos o rurales. Esto se ve con mayor claridad en los valles fluviales que tendrá mayor concentración de ciudades. Existen diversos modelos de ocupación, los cuales tienen en cuenta la situación política o militar por lo que estarán en colinas con carácter defensivo como es el caso del Puntal dels Llops. Los modelos son en laderas aterrazadas, colinas, sobre un escarpe o en una cresta. En las ciudades vivirán las élites, encargadas de la administración, comercio y defensa. Los materiales eran pobres y fáciles de conseguir como la piedra, el adobe, la madera. Las técnicas también eran sencillas, ya que usaban la mampostería y el elaborado de la piedra mediante dinteles.
Organización política.
Según cuentan las fuentes clásicas, la forma predominante de organización política era la realeza, destacando las monarquías en el sur de la Península. En las monedas indígenas también aparecen unos personajes con una diadema, que señalaría la condición real (símbolo de origen persa), destacando algunos personajes como Indibil, Mandonio o Edecón, este último en Edetanía. No parece que fuesen monarquías muy sólidas, sino que dependerían de la fuerza militar y de su riqueza para dominar más o menos pueblos. Dominan diversas ciudades pero sin una estructura común política, pues cada una tendría sus propias instituciones de gobierno. La realeza no sería la única institución suprema, pues en otras zonas encontramos comunidades regidas por asambleas, senados y magistrados, como ocurría en Sagunto.
Organización social.
Podemos diferenciar tres grupos en la sociedad ibera mediante el análisis de los restos arqueológicos que nos han llegado:
1) Élite (reyes, nobles, sacerdotes). Los bronces ibéricos y la pintura de los vasos cerámicos, los distinguen como jinetes con escudo redondo y falarica o lanza. Los sacerdotes, en la cerámica pintada, aparecerían con un velo o con una diadema sobre el pelo. En cuanto a las esculturas de mujeres puede aparecer una clase superior de grandes damas mitradas, algunas oferentes.
2) Clase media (profesionales, artesanos, guerreros, comerciantes…) con un ajuar más modesto, aunque con algún elemento de importación. En estas tumbas también aparecen personajes enterrados con elementos militares (soliferrum o lanza de metal y facalta), que diferenciarían a los militares de comerciantes, artesanos, profesionales…
3) Grupo social más bajo (más numeroso). Se distinguen en las necrópolis por enterramientos pobres, cuyas cenizas están enterradas en una urna tapada únicamente con una piedra o un plato en un hoyo en el suelo, a veces sin ningún ajuar. Los vasos ibéricos los presentan como hombres armados a pie.
Por lo autores antiguos sabemos que entre los iberos estaban muy extendidas las relaciones interpersonales y colectivas. La más igualitaria era el hospitium¸ por el cual personas o grupos establecían acuerdos recíprocos, entre los que se contemplaba, sobre todo, la amistad y la mutua protección. Por el contrario, la clientela era un vínculo de fidelidad, personal o colectiva, establecido con carácter desigual. La parte dominante gozaba de una posición privilegiada (económica, social, político, religiosa), mientras el cliente estaba, a cambio de protección, obligado a prestar obediencia en tiempos de paz y asistencia militar en caso de guerra.
En cuanto a la devotio, se trataba de una relación personal, contraída libremente, en la que el guerrero consagraba su vida a otro. El componente religioso era fundamental. Su presencia no era exclusiva de la zona ibera sino que se constataba también entre los celtíberos, los galos y los germanos. Nos hallamos, pues, ante una sociedad aristocrática y guerrera. No está constatada la presencia de esclavos. Sólo el Bronce de Lascuta, fechado en el 189 a.C. nos habla de la existencia de unos esclavos (servi). La existencia de este tipo de dependencia puede proceder tanto de un origen autóctono (tartésico o turdetano) como foráneo (púnicos).
Economía.
La base de la economía era la agricultura. Era una agricultura mediterránea destacando el cultivo de cereales, el olivo (traído por los fenicios) y la vid (sobre todo a partir del siglo IV). También había frutales, hortalizas, hortalizas, dátiles, higos y almendras. Entre las plantas textiles destacaba el lino y el esparto. Las zonas más ricas eran los principales valles fluviales de los ríos Ebro, Segura y Guadalquivir. Se han encontrado muchos instrumentos de labranza de hierros que no cambiarán con la conquista romana (rejas de arado, layas, palas de hierro, cucharas de sembrador, escardillas (azadas), poderas y hoces). Además, los iberos utilizaron el regadío.
Según las fuentes clásicas la minería del hierro abundaba en Aragón y Cataluña, además había minas de oro, plata, plomo y cobre en Castilla la Mancha y Andalucía.
La ganadería también fue importante en la cultura ibera, con grandes zonas de dehesas en zonas como Ciudad Real. No solo se aprovechaba la carne, ya que por ejemplo el caballo servía como elemento para la guerra y como propiedad de las élites para mostrar su estatus además de utilizarlos para la guerra. También se utilizaron asnos, mulas y bueyes como animales de carga. De las ovejas y las cabras se utilizaba la lana, carne, leche y sus derivados. La arqueología también ha mostrado que se consumía carne de cerdo, al igual que la apicultura. También realizaban caza (ciervos, conejos y jabalíes) y pesca, reflejada en algunos vasos cerámicos encontrados en Edeta, además del hallazgo de arpones.
Cerámica.
En cuanto a la artesanía, se utilizaba la cerámica para transportar muchos productos de exportación. En la producción cerámica se ha establecido dos fases:
-1ª época (a partir del siglo V a.C.-200 a.C.): con una decoración geométrica simple, que pervive hasta la desaparición ibera.
-2ª época (a partir de 200ª.C.): con la conquista romana aparece el estilo narrativo y simbólico de figuras humanas y animales.
En cuanto a su distribución encontramos cuatro zonas:
En cuanto a su distribución encontramos cuatro zonas:
-Cerámica ibérica andaluza: en torno y traído por colonizadores orientales con dos corrientes externas: la fenicio-chipriota y la jónica.
-Cerámica del sudeste (o de estilo simbólico): es parecida a la de Andalucía, pero pintándose escenas de animales y hombres de gran tamaño. Entre los hombres destacan los guerreros.
-Cerámica de la zona Oliva-Liria: con estilo narrativo, pintados con colores oscuros donde en muchas ocasiones las figuras están rellenadas con color negro. Se representan escenas de caza, danza, hombres a pie o a caballo, luchas… en tamaños más pequeños que las del sudeste.
-Conjuntos marginales: azaila (vasos con figuras de animales enmarcados con figuras vegetales y geométricas, sin paralelos en otras zonas) y cerámica del nordeste (con una producción de talleres locales en distintos lugares).
En definitiva, la cerámica ibera es una síntesis de aportaciones mediterráneas, aunque también hay una impronta indígena.
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Cerámica pintada del Castellet de Bernabé (Llíria) Imagen de: Pguerin vía Wikimedia commons. |
Artesanía del metal.
Destacan los miles de exvotos que han aparecido en los santuarios iberos, que pueden servir para estudiar algunos aspectos de la sociedad ibera. También se han encontrado bronces de influencia orientalizante, que habrían llegado a la península a través de los fenicios y de los griegos, además de los adornos que servían para realzar a las mujeres ibera, destacando los collares, pendientes, brazaletes y pulseras.. En el trabajo del metal ocupaba una parte fundamental la fabricación de armas (falcata, faláricas, escudos…).
Religión ibera.
Las fuentes de documentación son escasas sobre la religión ibera, teniéndose que recurrir al análisis de esculturas, representaciones en cerámica, exvotos… Habría un sustrato antiguo ibero sobre el cual hubo influencias de los griegos, fenicios y cartagineses. No se conoce el nombre de ninguna divinidad, sólo los nombres relacionados con lenguas indoeuropeas que hubo en la península. Se puede pensar que había un dios de los caballos o una divinidad masculina, ya que abundan las representaciones masculinas a caballo. Los cultos femeninos predominarán sobre los masculinos, a tenor de los retos hallados.
Lugares sagrados (templos y santuarios)
Los santuarios ibéricos han permitido rescatar un gran número de exvotos, que nos indican el modo de relacionarse con las divinidades, ya que a veces los exvotos levantan el brazo derecho, cruzan ambos brazos sobre el vientre o levantan ambos brazos. En algunas estatuas de piedra o en exvotos de bronce llevan vasos en la mano a modo de ofrenda. Los santuarios propiciaron la aparición de una industria de fundición de estatuillas, que se vendían in situ entre los fieles. Otro tipo de ritual eran las danzas, que tendría relación con la decoración de algunas cerámicas. A parte de estos santuarios al aire libre había otros lugares sagrados como cuevas que se encontraban en lugares de difícil acceso alejadas de los poblados. También había cultos en bosques, fuentes sagradas, montes…
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Dama oferente. Foto: Diana Navarro y José Luis Azorín |
Lengua y escritura.
El ibero o ibérico era una lengua paleohispánica prerromana hablada por los íberos en toda la costa mediterránea peninsular. Su extensión iría desde el río Hérault en Francia hasta no más al sur de Porcuna, en Jaén. La lengua ibérica es considerada habitualmente una lengua aislada. Las lenguas paleohispanicas son el aquitano, el ibérico, el celtibérico, el lusitano y el tartésico.
Los íberos utilizaron tres escrituras diferentes para representar su lengua. Los contextos arqueológicos más antiguos las sitúan a finales del siglo V a.C., mientras que las más modernas son de finales del siglo I a.C.-principios del siglo I d.C.:
-Signario íbero nororiental: variante dual y variante no dual. Ocuparía desde el sur de Francia hasta el norte de Alicante.
-Signario íbero suroriental (o meridional): es muy similar al signario tartesio, que podría ser su antecedente. Su desciframiento aún no se puede dar por cerrado, puesto que no hay consenso entre los especialistas.
-Alfabeto greco-ibérico: es una adaptación casi directa de un alfabeto griego jónico a las particularidades de la lengua ibérica.
Bibliografía:
RAMOS, R. Los iberos. Almuzara, España. 2017.
COLLADO, B. Los iberos y su mundo. Akal. España. 2014.
Bibliografía:
RAMOS, R. Los iberos. Almuzara, España. 2017.
COLLADO, B. Los iberos y su mundo. Akal. España. 2014.